"Magritte quería tapar las caras de la gente para que nadie supiese quienes eran, que le gustaban las manzanas, que el bombin era su sombrero favorito, que pintaba nubes fuera del cielo, que pintaba sueños y fantasía, que mezclaba realidad con su imaginación…"
En 72 óleos hay un Magritte que estanca las nubes y cuestiona la realidad pictórica. Muchos críticos encierran a Magritte en el ámbito de la copia naturalista del sueño o de la irracionalidad concreta. Entre los sueños de Magritte caen pipas, rocas y manzanas virtuales que rebotan sobre un par de sombrillas negras. Hay varios óleos como El mundo invisible, donde una roca ocupa una habitación con una ventana hacia el mar.
Magritte, cuando se veía arrinconado y forzado a hablar de su arte, mostraba disgusto, aburrimiento y cansancio, actitudes fingidas que escondían sus deseos de trastornar con cada lienzo la normalidad, desordenar los escenarios comunes, las convenciones, la lógica más básica que controla el modo que tenemos de ver las cosas, entregarse al absurdo.
The Return
The False Mirror
Ahora cada uno pinta sus sueños