lunes, 28 de noviembre de 2011

MIRÓ

En Barcelona (España), la gran ciudad, vivía un niño llamado Joan. A Joan le gustaba mucho pintar animales, perros, peces, gatos y pájaros. Lo que le llamaba más la atención eran los ojos de los animales, porque a través de su expresión sabía si estaban contentos o tristes, si tenían hambre o frio, si querían jugar o estaban cansados, así que les pintaba los ojos de todas las formas posibles: ojos grandes, ojos pequeños, ojos amarillos, ojos abiertos, ojos azules cerrados, ojos misteriosos y ojos de muchos colores.
























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